¿Quién gana y quién pierde en la posible guerra de aranceles entre México y EE. UU.?

5 minutos de lectura.

Ulises González

En los últimos días, han surgido numerosos comentarios y amenazas relacionadas con los aranceles. Todo comenzó cuando el presidente electo Donald Trump anunció su intención de imponer un arancel del 25 por ciento a todos los productos procedentes de países como Canadá y México, argumentando que esta medida se mantendría hasta que cesara el ingreso de drogas y migrantes por la frontera. En respuesta, funcionarios de ambos países han advertido que podrían tomar represalias imponiendo nuevos aranceles. Esto ha generado dudas entre conocidos y amigos sobre las posibles repercusiones de dichas acciones para nuestro país.

Decidí escribir este post en la sección de economía y no en la de política porque, esta amenaza de Trump parece más una estrategia para frenar el flujo de indocumentados hacia Estados Unidos[1], que una medida realmente viable, ya que no necesariamente representa un beneficio para su país. Además, la imposición de aranceles aborda uno de los sofismas[2] más difundidos en la economía: la creencia de que estas medidas generan empleo, aumentan los salarios y protegen el nivel de vida en el país que las implementa.

Para argumentar esto me ayudaré de un texto[3] del economista estadounidense Henry Hazlitt, donde expondré las posibles consecuencias económicas de imponer aranceles a una o varias industrias de un país.

1. Los efectos económicos de los aranceles

Para entender las consecuencias de los aranceles, es útil comenzar con una analogía del economista clásico Adam Smith, citada por Henry Hazlitt. Smith señalaba que en la economía familiar lo ideal es especializarse en aquello en lo que somos más eficientes y adquirir lo demás mediante intercambio. Por ejemplo, un sastre no fabrica sus propios zapatos, ni un zapatero cose su propia ropa. Cada uno se enfoca en lo que hace mejor y utiliza sus ganancias para adquirir los bienes que necesita. Este principio, que resulta lógico individualmente, debería ser igual de válido para el comercio entre naciones.

Sin embargo, cuando se imponen aranceles se pierde esta lógica, protegiendo algunas industrias locales de la competencia extranjera, bajo el argumento de proteger los empleos o la economía nacional. El problema de esta lógica es valorarla únicamente desde la perspectiva cortoplacista, ya que es verdad que pueden beneficiar a algunas industrias, no obstante, a largo plazo tienen efectos negativos en la economía general de un país.

2. El sofisma central de los aranceles

La principal falacia de los aranceles consiste en enfocarse únicamente en los beneficios visibles para ciertos grupos, como los fabricantes y empleados de la industria protegida, dejando de lado los costos ocultos sobre el resto de la sociedad.

Por ejemplo, cuando un gobierno impone un arancel para proteger la industria local de un producto “x”, puede evitar el cierre de fábricas y el despido de trabajadores de la industria que produce ese producto. No obstante, los consumidores terminan pagando más por el mismo producto “x”, lo que reduce su capacidad de gastar en otros bienes o servicios.

Para ser más claro, este sobreprecio afecta la economía en varios puntos:

a) Reduce el poder adquisitivo: Los consumidores disponen de menos recursos para adquirir otros bienes, lo que perjudica a otras industrias (productos “y”, “z”, “a” …).

b) Disminuye la eficiencia económica: Los recursos nacionales (trabajo, capital y tierra) se desvían hacia actividades menos productivas, disminuyendo la productividad general del país.

c) Disminuye el comercio internacional: Al encarecer las importaciones, se dificulta la adquisición de productos extranjeros, lo que a su vez limita las exportaciones nacionales, ya que los socios comerciales pierden capacidad para comprar bienes locales (al disponer menos cantidad de recursos).

3. Los costos invisibles y las consecuencias a largo plazo

El problema de esta práctica es que sus costos no son visibles de manera tan evidente. Es decir, es mucho más fácil detectar los beneficios para las industrias protegidas, al poder observar nuevas fábricas y más empleos directos. Mientras que los costos se reparten entre millones de consumidores y otras industrias. Además, existen efectos generales para la economía, ya que se reducen los salarios reales de un país, debido a la disminución de la productividad del trabajo y el acceso a bienes más baratos.

Los aranceles reducen el bienestar de la nación que los impone ya que introduce costos artificiales que frenan el flujo natural del comercio internacional. Por el otro lado, si no se hubieran impuesto dichos aranceles, los consumidores de un producto “x” tendrían un ahorro al comprar ese producto a un costo menor. Ese ahorro sería destinado a adquirir otros bienes y servicios, que a su vez beneficiaría otras industrias generando empleo a las actividades que son más eficientes para ese país.

4. ¿A quién benefician los aranceles?

La realidad es que los aranceles no benefician ni perjudican a todos de la misma manera. Para algunos productores locales, los aranceles pueden representar una protección frente a la competencia extranjera, ayudándoles a mantener o aumentar sus ingresos. Sin embargo, para los consumidores, estos pueden implicar un aumento en los precios de los productos importados, reduciendo su poder adquisitivo, lo que termina impactando a las industrias no protegidas ya que disminuiría la demanda de sus productos. Además, las industrias que dependen de insumos importados tienen mayores costos de producción, disminuyendo su competitividad.

*************************

Aunque se argumenta que los aranceles protegen a ciertos sectores, es importante saber que estos beneficios son temporales y limitados. Además, en lugar de aumentar el nivel de vida, tienden a reducirlo al desviar recursos hacia actividades menos competitivas. Si bien pueden ser necesarios en casos específicos, como para proteger industrias estratégicas, su uso indiscriminado perjudica tanto a los consumidores como a los sectores más eficientes de la economía.

En este sentido, considero que una guerra de aranceles tendría consecuencias macroeconómicas negativas para los países que decidan imponerlos a otros, lo que me recuerda a la frase “pegarse un tiro en el pie”.

[1] Todo parece indicar que lo va a lograr.

[2] Me refiero a un argumento o razonamiento falso.

[3] El libro de referencia es “La economía en una lección”.

Loading

1

Comments

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *