Por Ulises González
El pasado 19 de diciembre de 2024, la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos (CONASAMI) dio a conocer los nuevos salarios mínimos generales y profesionales vigentes a partir del 1 de enero de 2025, los cuales quedaron establecidos de la siguiente forma:
1) 419.88 pesos diarios para la Zona Libre de la Frontera Norte (ZLFN).
2) 278.80 pesos diarios para la Zona del Salario Mínimo General (ZSMG).
Esto representó un aumento del 12% en ambas zonas con respecto a los salarios fijados para 2024. Cabe recordar que el incremento de los salarios mínimos en 2024, en comparación con 2023, fue del 20%.
Estos aumentos responden a una política impulsada por los últimos gobiernos con el propósito de mejorar los ingresos de los trabajadores con menores percepciones. Sin embargo, surge la duda: ¿realmente tienen un impacto positivo en los empleados asalariados y en la sociedad o se trata de una salida política fácil? Es decir, ¿una medida sencilla implementada por decreto?
A continuación, se expondrán los aspectos más relevantes de esta política.
1. Proceso de desindexación del salario mínimo.
Lo primero que se debía realizar para lograr un aumento considerable del salario mínimo, más allá de la inflación estimada, era desindexarlo. Este proceso consistió en desvincular el salario mínimo como unidad de medida utilizada para determinar el costo de diversos rubros, como multas, becas y créditos hipotecarios, entre otros.
Cabe destacar que este proceso no inició durante el sexenio de Andrés Manuel López Obrador, sino en el de Enrique Peña Nieto, cuando, el 5 de diciembre de 2014, envió una iniciativa de ley a la Cámara de Diputados para modificar los artículos 26 y 41 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos (CPEUM).
Esta reforma constitucional implicó la actualización de 149 leyes federales y más de 870 artículos, además de la creación de la Unidad de Medida y Actualización (UMA), establecida por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). Inicialmente, la UMA tenía el mismo valor que el salario mínimo: 73.03 pesos diarios mexicanos, la cual se estableció a partir del 2016.
En la Gráfica 1 se muestra la evolución de los salarios mínimos y la UMA.
Gráfica 1. Evolución de la UMA y los salarios mínimos desde su desindexación, 2016-2025.

Fuente: Elaboración propia con información del INEGI.
En la gráfica se puede observar que fue hasta 2019 cuando el salario mínimo comenzó a experimentar un aumento significativo, especialmente en la ZLFN. Esto se debió a que, en 2018, el gobierno consideró pertinente incrementar los salarios y modificar el precio del combustible en esa región, ya que presentaba un rezago en el crecimiento económico y no podía competir con las entidades vecinas de Estados Unidos.
2. Población mexicana que gana el salario mínimo.
Parte del debate sobre el salario mínimo consiste en reconocer cuánta población mexicana realmente percibe dicho ingreso. Al respecto, en la Gráfica 2 se observa que, en los últimos cuatro años, la proporción de la población ocupada que gana el salario mínimo ha ido en aumento, pasando del 25.0% en 2021 al 38.3% al tercer trimestre de 2024.
Por otro lado, la población que percibía entre 1 y 2 salarios mínimos disminuyó, al pasar de representar el 35.4% de la población ocupada en 2021 al 31.6% al tercer trimestre de 2024.
Finalmente, el porcentaje de personas que ganaban entre 3 y 5 salarios mínimos fue el que más se redujo, al pasar del 6.3% en 2021 al 2.6% en 2024.
Gráfica 2. Distribución porcentual de la población ocupada por nivel de sueldo, 2021-2024.

Nota 1: Para el año 2024 se utilizó información hasta el tercer trimestre.
Nota 2. Para la población que gana más de 5 salarios mínimos los porcentajes son 2% en el año 2021 y 1% en el resto de los años.
Fuente: Elaboración propia con información del INEGI.
Es importante recordar que el salario es, en esencia, un valor que sigue las leyes económicas, ya que representa el costo de la mano de obra necesaria para producir bienes y servicios. Al establecer un salario mínimo, el Estado introduce un precio artificial que puede alterar el comportamiento del mercado laboral.
Lo observado en la Gráfica 2 podría explicarse por el hecho de que, al verse obligados a pagar un costo mayor por la mano de obra, los empleadores tienden a desplazar a los trabajadores con salarios intermedios hacia niveles salariales más bajos. Esto puede ocurrir porque los empleadores prefieren contratar a personas dispuestas a aceptar remuneraciones menores o porque algunos trabajadores que percibían ingresos más altos optan por aceptar una reducción salarial para evitar perder su empleo. Otra explicación es que las personas perciben el mismo salario, que ahora con el incremento del valor de salario mínimo pasa de una categoría superior a otra inferior.
3. Las Leyes del salario mínimo.
De acuerdo con el texto de Henry Hazlitt[1] se pueden deducir las siguientes leyes sobre el salario mínimo:
a. Es un precio: Los salarios, como cualquier precio, siguen las mismas reglas del mercado.
b. Podría propiciar desempleo: Imponer un salario mínimo puede generar desempleo, ya que las personas que no generen el suficiente valor por su trabajo podrían no ser contratada al menos formalmente.
c. No refleja el valor del trabajo: La ley solo fija el salario, pero no aumenta el valor real del trabajo.
d. Aumento de precios o cierre de industrias: Las empresas pueden aumentar precios o cerrar, afectando a trabajadores y consumidores.
e. El subsidio por desempleo agrava el problema: En los países donde existe el subsidio por desempleo se fomenta la inactividad y reducen la autosuficiencia.
f. Aumento de salarios por productividad: Los salarios deben aumentar con la productividad, no por decisiones políticas.
g. Más productividad, más valor del trabajo: La productividad incrementa el valor del trabajo y los salarios naturalmente.
h. Los salarios dependen de la producción: Los salarios reales provienen de la productividad, no de decretos gubernamentales.
4. Salarios reales.
Otro aspecto relevante al analizar los salarios mínimos es la consideración de la inflación[2], la cual puede medirse de dos maneras: a) a través del Índice Nacional de Precios al Consumidor, un indicador que mide la variación promedio de una canasta de bienes y servicios representativa del consumo de los hogares mexicanos; y b) mediante el deflactor implícito del Producto Interno Bruto (PIB), que muestra cómo han cambiado los precios de todo lo producido en un país, permitiendo determinar si el crecimiento económico es real o si se debe únicamente al aumento de los precios.
Es fundamental utilizar estos indicadores, ya que nos permiten observar si un aumento en los ingresos realmente refleja lo que debe ser nuestra prioridad: un incremento del poder adquisitivo. Este no solo depende de los ingresos que recibimos, sino también de la cantidad y calidad de los productos y servicios que podemos adquirir con ellos.
Gráfica 3. Variación real del salario mínimo en México, 2017-2025.

Nota 1: Para determinar las variaciones reales se utilizó el deflactor implícito del PIB base 2025, de acuerdo con las estimaciones de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) en los Criterios Generales de Política Económica 2025.
Fuente: Elaboración propia con información del INEGI y la SHCP.
En la Gráfica 3 se observa que, a partir del sexenio de Andrés Manuel López Obrador, los salarios mínimos tanto en la ZLFN como en la ZSMG han registrado aumentos significativos por encima de la inflación.
5. ¿Cuál ha sido el efecto sobre el desempleo?
Uno de los principales temores al implementar una política intensiva de aumento al salario mínimo es su posible efecto negativo sobre el empleo, al provocar un incremento en el desempleo.
Sin embargo, al analizar el comportamiento del desempleo en México durante los últimos tres años, se observa que la tasa de desocupación[3] se ha mantenido baja, sin superar el 4%, lo que indica que el aumento del salario mínimo no ha tenido un impacto general negativo en este aspecto (véase Gráfica 4).
Gráfica 4. Tasa de desocupación nacional en México, 2022-2024.
(Porcentaje respecto a la Población Económicamente Activa)

Fuente: Elaboración propia con información del INEGI.
Sin embargo, al analizar a profundidad el desempleo, surge un aspecto verdaderamente preocupante. En la Gráfica 5 se muestra la distribución porcentual de la población desocupada según su nivel educativo, es decir, aquellas personas que buscan empleo, pero no lo consiguen. Se observa que la mayor proporción de desocupación corresponde a la población con niveles educativos más altos.
Gráfica 5. Distribución porcentual de la población desocupada según nivel de educación en México, 2022-2024.

Fuente: Elaboración propia con información del INEGI.
La población con primaria incompleta presenta la proporción más baja de desempleo, ya sea porque logran encontrar empleo con mayor facilidad o simplemente porque no están buscando trabajo. Sin embargo, es la población con mayor preparación académica la que enfrenta mayores dificultades para conseguir empleo.
Por otro lado, en la Gráfica 6 se muestra la distribución porcentual de la población desocupada según sus antecedentes laborales, lo cual resulta igualmente preocupante. En los últimos tres años, más del 80% de las personas desempleadas cuentan con experiencia laboral. Esto resulta paradójico, ya que en México tener un mayor grado de estudios y experiencia laboral parece estar relacionado con un mayor riesgo de desempleo.
Gráfica 6. Distribución porcentual de la población desocupada según sus antecedentes laborales en México, 2022-2024.

Fuente: Elaboración propia con información del INEGI.
6. Conclusiones.
Por mucho tiempo se argumentó que el salario mínimo no podía incrementarse debido a los posibles efectos negativos que podría generar sobre la economía y el empleo. Para mitigar dichos efectos, durante el sexenio de Peña Nieto se implementó una política de desindexación del salario mínimo, lo que permitió la aplicación de aumentos significativos en esta variable durante los gobiernos posteriores.
El debate sobre el salario mínimo suele vincularse con principios de justicia social y equidad, lo cual es comprensible. Sin embargo, es importante recordar que el salario, en esencia, es un precio que debería estar determinado por las dinámicas del mercado y no por decretos gubernamentales. Esto no implica menospreciar las intenciones de quienes promueven este tipo de políticas con el objetivo de mejorar las condiciones de vida de la población. No obstante, lo que sí debe analizarse, cuestionarse y criticarse con rigor son los mecanismos específicos empleados para alcanzar dichos objetivos.
El incremento al salario mínimo es, a mi parecer, una medida simplista que puede generar efectos positivos a corto plazo y solamente para una porción de la población, pero que no aborda las causas estructurales de la desigualdad y la precariedad laboral. Lo que México —y el mundo— necesita son políticas integrales que promuevan un bienestar sostenible a largo plazo.
En este artículo se ha mostrado una realidad preocupante: en nuestro país, las personas con mayor nivel educativo o experiencia laboral enfrentan dificultades significativas para acceder a un empleo bien remunerado, e incluso con los recientes aumentos al salario mínimo, muchas de ellas solo logran obtener trabajos de bajos ingresos.
La política del salario mínimo no es, en mi opinión, una solución efectiva para mejorar las condiciones de vida de la población. Es cierto que era necesario incrementarlo debido a que antes servía más como una unidad de medida que como una referencia real para los empleadores, sin embargo, parece más una estrategia superficial de ciertos políticos que buscan soluciones rápidas a través de decretos. Lo que realmente se requiere es un enfoque mucho más complejo y de largo plazo, que incluya un sólido Estado de Derecho, la reducción de la inseguridad, incentivos para el emprendimiento y la inversión, así como un entorno que fomente la productividad y la creación de empleos de calidad que demanden personal altamente calificado con mejores remuneraciones. Solo a través de este tipo de políticas integrales será posible alcanzar un bienestar económico y social sostenible para la población en general.
[1] En su libro denominado “La economía en una lección”.
[2] Incremento generalizado y sostenido de los precios de bienes y servicios en una economía.
[3] Son aquellas personas que buscan empleo pero que no encuentran.
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